El nuevo hotel Palacio del Bailío, el primero de cinco estrellas que se abre en Córdoba, celebró ayer su puesta de largo en la que la cadena Hospes mostró al público la elegancia de sus instalaciones en un acto envuelto en buen gusto, aderezado por el consabido toque de ´glamour local´ de autoridades, empresarios y gente del mundo de la cultura y el turismo cordobés
Llevo un rato intentando empezar esta crónica y no me sale nada. Ayer se inauguró el primer hotel cinco estrellas de Córdoba de la cadena Hospes, llamado Palacio del Bailío (en la calle Ramírez de las Casas Deza) y no sé cómo enfocar lo que vi sin que esto parezca un publirreportaje, así que diré que el sitio es tan sumamente bonito que da coraje que no esté al alcance del bolsillo del común de los mortales. Para la puesta de largo de semejante hotelazo, enclavado en todo el centro de la ciudad califal, la presunta high society (alta sociedad) de Córdoba también se vistió de luces. Alcaldesa (Rosa Aguilar), candidatos (José Antonio Nieto y Rafael Blanco), algún delegado de la Junta (Valentín Priego), diputados provinciales (Ana María Romero o Claudia Zafra) y políticos varios de a pie (Antonio Hurtado, con pajarita de gala, Carmen Sousa o Francisco Tejada) se colocaron la chaqueta o los tacones para repartir sonrisas entre personalidades del sector empresarial, turístico, comercial, cultural, hotelero y hasta policial (me pareció ver al comisario Federico Cabello de Alba entre los presentes) y deleitar los sentidos en pandilla con delicado champán francés, un masaje oriental obsequio de la casa o delicatessen salidas de la cocina del Palacio. Lo que dijeron en la presentación, créanme, es lo de menos. En mi caso, solo fui capaz de escuchar con atención al nieto de Rafael Castejón, dueño de este edificio de 4.000 metros cuadrados desde que en 1929 se lo comprara al torero Machaquito, cuando contó la historia del lugar donde creció. 'En la que ahora es suite principal yo aprendí a patinar' --explicó-- después de comentar la historia de cómo se descubrió la existencia de un salón romano bajo la casa que ahora reluce a la vista bajo un suelo de cristal.
Para paliar mi ignorancia arquitectónica, me serví de la directora de Museos Municipales, Mercedes Valverde, quien resumió el resultado de cuatro años de rehabilitación con las siguientes palabras: 'En la decoración, prima la armonía, además del respeto a la arquitectura de la casa y los patios, todo ello condimentado con un bellísimo estudio de luces'. Para rematar la faena, Valverde me puso al día de 'los exquisitos mojitos que el camarero cubano del bar de tapas de la entrada prepara'. Si con eso no son capaces aún de visualizar el lugar, les diré que sus paredes están llenas de misterio y, como en cualquier sarao que se precie, de rumores. Entre otros, verdadero o falso, circuló la comidilla de que el cantante Alejandro Sanz dormía anoche envuelto en sábanas del Bailío, como lo hicieron días antes políticos, toreros y jeques árabes. No fui capaz de averiguar la veracidad de la información por más que pregunté. Disculpen que, entre tanto pasadizo, acabe perdiendo el hilo. A lo que iba. La atmósfera de la inauguración, no exenta como podrán imaginar, de grandes dosis de pijerío (real y/o forzado), se vio adornada por la presencia de la mismísima Alicia Koplovitz (inversora de Hospes) que, desde que entró, causó un cambio radical en la actitud de los políticos presentes. Fue especialmente emocionante ver el momento en que nuestra alcaldesa de izquierdas se abrazó a tan distinguida. Cómo se nota que una foto es una foto en periodo preelectoral. En medio de tal estampa, una bella damisela danzaba con su vientre entre los invitados, un trío de estudiantes del Conservatorio (Noemí, Angel y Joaquín) tocaba música barroca sobre un manto de pétalos (las rosas eran de un vivero cordobés), un actor declamaba textos del Quijote, los camareros repartían comida minimalista del tipo Ferrán Adriá y el público asistente, además de probar todo lo probable, se paseaba por el hotel lanzando piropos a los frescos, a los espejos, a las lámparas y a las camas. Ni rastro de los huéspedes, que bien estaban infiltrados entre el público o permanecían ocultos tras las 'puertas prohibidas'. Otra vez me faltan líneas. Les dejo, pues, volar su imaginación.
Fecha inicio: 29-03-2007
Fecha fin: 29-04-2007