La obra dramática “La Visita” más que la exposición de unos hechos es un intento de reflexionar -el espectador tiene la palabra- sobre el uso autoritario del poder y la corrupción que puede llegar a crear en las actitudes y en la ideología de quienes, como los escritores, deben velar por la crítica a cualquier sistema y en especial a la tiranía. Por eso es una obra de tono político o casi podríamos decir directamente “una obra política” que reivindica la libertad. Y es una pieza basada en la realidad, por ello se pueden identificar determinados personajes con personas concretas del mundo actual; pero no es la realidad, es una realidad modificada que crea su propia realidad dramática y ficticia en la que los personajes juegan el papel de encauzar los contrastes, por ejemplo entre la juventud y los deseos nada utópicos de los soldados y el dogmatismo de unos revolucionarios (El Tirano y El Escritor) que traicionan a la misma revolución que dicen servir. También se presenta el dilema entre el deber filial y el servicio por encima de todo a una causa que concretan El Tirano y su hija, dos personas que al fin y al cabo están solas y al mismo tiempo encuentran en la soledad su refugio Un contrapunto lo pone la figura de El Abad como moderador imparcial y no pretendido de las intenciones y hechos que se suceden.

 

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