El club de las ciudades nocturnas

Corrían los años 50 del siglo XX y el turismo tal como hoy lo conocemos entraba en una fase inicial de desarrollo, que con los años vendría a conocerse como el boom. El fin de la II Guerra Mundial y sus muchas penalidades había abierto una etapa tensa en lo político por la Guerra Fría, pero mucho más estable que la de entreguerras, y la economía occidental, al calor de las necesidades de unas sociedades machacadas pero deseosas de vivir, comenzaron a evidenciar un despegue económico del que apenas había precedentes. Las clases medias se ensanchaban, la inquietud cultural crecía y los trabajadores comenzaban a gozar de más tiempo libre, lo que les permitió poder cubrir una de las necesidades tradicionales del hombre: la de viajar y conocer otras culturas y otras gentes, lo que llevó a su vez las ciudades con un patrimonio especial y un gran pasado a ponerse manos a la obra, sabedoras de que tenían ante ellas la gallina, siempre soñada, de los huevos de oro. Los hoteles se multiplicaron así como setas, los restaurantes y las gastronomías locales se popularizaron y todas las grandes ciudades turísticas emprendieron sin freno un larga carrera para ofrecer servicios innovadores y rentables. La misma carrera, en fin, que vivimos hoy.

Fue en ese contexto histórico, y en el francés Chateau de Chambord, un fantástico castillo renacentista situado en los Países del Loira, donde se cree que se puso en marcha por vez primera una visita nocturna iluminada, en la que se unía el ambiente enigmático que la oscuridad otorga a los edificios y la magia de las luces artificiales y las velas. Aquello resultó un rápido éxito y esta forma de sacarle partido a los monumentos a una hora a la que antes no se visitaban se extendió por numerosas ciudades, primero por Francia y luego por el resto del mundo, ya que conseguía algo esencial: que los turistas se quedasen a pasar la noche en la ciudad. Hoy son muchas las urbes que gozan de alguna de estas atracciones, tanto en Europa como en América o Asia, y a ese amplio club es al que se unirá pronto Córdoba, una vez que el Consorcio de Turismo y el Cabildo Catedralicio acordasen el pasado lunes, y tras varios años de difíciles negociaciones, un proyecto consensuado para abrir la Mezquita-Catedral por la noche a los turistas y ofrecer a esas horas, hasta ahora vedadas, visitas guiadas por el edificio.

La oferta nocturna de la Mezquita consistirá en un amplio paseo por el monumento, acompañado de luces y de música y respetuoso con el uso como templo católico y su historia, pero lo cierto es que existen casi tantos tipos de espectáculos y ofertas nocturnas como ciudades turísticas. Desde los románticos paseos por el Sena parisino, que permiten conocer a fondo las razones del sobrenombre de la Ciudad de la Luz, a los juegos de luces que se realizan frente a las milenarias construcciones labradas en piedra de Petra, en Jordania. O desde las escenificaciones del mundo castizo del Capitán Alatriste en el Madrid de los Austrias, en figones y con lances a espada representados por actores, hasta los montajes con luces kitsch, fuentes de colores y música de Sinatra que se programan en el centro de Las Vegas para animar a los jugadores. Todo cabe, en verdad, y casi ninguna geografía es ajena a esta ya vieja moda o tendencia; al menos, ni Europa, ni América, ni Asia.

¿Cuáles son las propuestas más célebres del mundo, aparte de las señaladas? Pues resulta, por su abundancia, difícil concretarlo, aunque unas de las que las agencias de viajes ofertan de forma más habitual son las de Egipto, un país claramente decantado por los grandes espectáculos de luz y de sonido, a lo grande. Los hay en Gizeh, Filae y Karnak, aunque el más conocido y recomendado por los amantes del país de los faraones es el de Abu Simbel. En general, se trata de montajes en los que un narrador cuenta la historia del Egipto de la Edad Antigua mientras que un importante despliegue de focos apunta hacia las fastuosas pirámides y hace juegos sorprendentes.

El libro Guinnes de los récord señala sin embargo a otro como el más fastuoso de cuantos atractivos turísticos nocturnos se ofertan en el mundo: el de los grandes rascacielos de Hong Kong, una propuesta de carácter postmoderno y que parece recrear aquellas visiones futuristas que fascinaban en las películas de ciencia ficción de los años 80. Este montaje se desarrolla todos los días, tiene una duración de 14 minutos y en él participan casi 50 edificios, que emanan luces mientras se emite en varios puntos de la ciudad música sincronizada.

En general, se puede decir que, como en tantas otras cosas, en Estados Unidos y Asia se apuesta por un estilo de atracciones más espectacular, mientras que Europa, la vieja Europa, se decanta por propuestas menos agresivas con el entorno. Destacan aquí por ejemplo los paseos guiados en vaporeto por Venecia, el espectáculo de agua y luz del Palacio de Versalles, las rutas por la Roma nocturna o propuestas algo menos conocidas como las proyecciones que se realizan en la catedral gótica de Amiens, las de Rodas, en Grecia, o el montaje con el que en Veliko Turnovo, la antigua capital de Bulgaria, se celebra la liberación de los otomanos. América, por último, tampoco es ajena a las tendencias del turismo actual y existen varios proyectos de visitas guiadas nocturnas a algunos de los restos más importantes y misteriosas que se conservan de las culturas precolombinas, como las pirámides de Teotihuacan, en México, donde se promueven paseos con guía de una hora a bordo de un tren.

Se trata, en definitiva, de una larga lista de ciudades y monumentos que un día decidieron abrir sus puertas al público una vez que cae la noche y que desde entonces han conseguido aumentar su leyenda de misterio y de belleza nocturna, aunque no falten los críticos que consideran que, en algunos casos, se pervierte el origen de los monumentos por mor del afán crematístico. Ahora será la Mezquita-Catedral la que se sume a este curioso club de ciudades monumentales. Parece pues evidente que aumentarán las pernoctaciones, pero... ¿aumentará la leyenda de un edificio ya de por sí legendario?

Fuente: El Día de Córdoba - 08/03/2009

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